Pocas situaciones generan tanto pánico como ver el móvil caer al agua. Ya sea en la piscina, en el fregadero o bajo una inesperada tormenta, la combinación de humedad y electrónica es una de las peores que puede sufrir cualquier dispositivo. Sin embargo, actuar correctamente en los primeros minutos puede marcar la diferencia entre un teléfono recuperable y uno irreparable.

Guía práctica para salvar tu smartphone tras un accidente con agua
Lo primero que hay que hacer es apagar el dispositivo inmediatamente. Aunque parezca que sigue funcionando, la corriente eléctrica puede causar cortocircuitos internos que agravarán el daño. Si el móvil estaba conectado al cargador, es vital desconectarlo antes de tocarlo para evitar riesgos eléctricos.
Una vez apagado, conviene retirar la funda, la tarjeta SIM y, si es posible, la batería. Estos componentes pueden retener humedad, y retirarlos permite acelerar el secado. A continuación, hay que secar la superficie con un paño de microfibra o papel absorbente, evitando movimientos bruscos que puedan desplazar el agua hacia el interior.
Uno de los errores más comunes es agitar el móvil o intentar secarlo con un secador de pelo o una fuente de calor. El aire caliente puede deformar piezas internas, derretir adhesivos o incluso dañar la pantalla. Tampoco es recomendable meterlo en arroz, un truco popular que apenas tiene eficacia real: el arroz no absorbe la humedad interna y, además, puede dejar residuos en los puertos.
La mejor opción es recurrir a productos específicos, como bolsas o kits deshumidificadores diseñados para electrónica. Estos contienen gel de sílice, capaz de extraer la humedad interna de manera más eficaz y segura. Introducir el móvil en uno de estos recipientes durante 24 o 48 horas puede aumentar significativamente las posibilidades de recuperación.
Si el dispositivo no responde después del secado, lo más sensato es acudir a un servicio técnico especializado antes de intentar encenderlo de nuevo. Los profesionales cuentan con herramientas de limpieza por ultrasonidos que eliminan residuos minerales y corrosivos dejados por el agua.
Conviene recordar que incluso los móviles con certificación IP67 o IP68 no son completamente inmunes al agua. Estas protecciones se deterioran con el tiempo y el uso, sobre todo si el teléfono ha sufrido golpes o altas temperaturas. Además, los líquidos como el agua salada, el café o las bebidas azucaradas son especialmente dañinos debido a su conductividad y componentes corrosivos.