Los Google Pixel 10 aseguraron ser el inicio de una etapa ambiciosa en el terreno del hardware móvil. Sin embargo, a los pocos días de llegar al mercado, la experiencia de los primeros compradores se vio empañada por fallos inesperados: pantallas con niebla y, sobre todo, un rendimiento gráfico muy por debajo de lo anunciado. El motivo no estaba en el hardware, sino en un driver desfasado que impedía a la GPU alcanzar su frecuencia real de trabajo.

Un problema de software que frenaba el rendimiento gráfico ya tiene solución
Bajo la carcasa, los nuevos Pixel 10 incorporan el Tensor G5, el primer procesador de Google fabricado a 3 nm. Entre sus novedades se encuentra la GPU PowerVR DXT-48-1536, un diseño de Imagination Technologies capaz de alcanzar 1.100 MHz y de ofrecer hasta 1,5 TFLOPS en FP32. Sobre el papel, cifras suficientes para ejecutar con solvencia los juegos más exigentes del ecosistema Android.
El problema surgía porque la GPU quedaba bloqueada en apenas 396 MHz, sin activar el modo Boost ni elevar su frecuencia bajo carga. El resultado estaba claro: tirones, caídas de fotogramas y una fluidez muy por debajo de la esperada para un teléfono de gama alta.
Imagination Technologies ha publicado ahora un nuevo driver gráfico que desbloquea el potencial del chip. Con esta actualización, la GPU del Pixel 10 funciona al nivel para el que fue diseñada, permitiendo alcanzar frecuencias completas y garantizando un desempeño mucho más estable en juegos y aplicaciones de gran demanda gráfica.
Los primeros resultados tras aplicar el parche son muy positivos. En pruebas sintéticas, la GPU se acerca a las cifras estimadas por Google, situándose en un punto intermedio entre los últimos Snapdragon y las soluciones de Apple. No alcanza todavía la supremacía de estos, pero supone un salto notable frente a generaciones anteriores de Tensor.

El lanzamiento de este driver es una noticia positiva para los usuarios que ya habían adquirido el dispositivo. Google ha confirmado que la actualización se distribuirá mediante OTA en las próximas semanas, lo que asegurará que todos los Pixel 10 reciban la mejora de forma automática.
El caso demuestra hasta qué punto el software puede condicionar el rendimiento de un hardware avanzado. Un teléfono capaz de mover sin problemas los juegos más modernos se veía limitado por un simple fallo en el controlador gráfico, generando frustración entre los compradores iniciales.