Un móvil que se vuelve lento con el paso del tiempo no es algo extraño. Aunque los fabricantes optimizan sus sistemas operativos para ofrecer fluidez, el uso diario, las actualizaciones y la acumulación de datos pueden acabar lastrando el rendimiento de cualquier dispositivo, incluso los más potentes. La buena noticia es que existen medidas simples que cualquier usuario puede aplicar para recuperar parte de esa agilidad perdida.

¿Como acelerar el móvil?
El primer paso es revisar las aplicaciones en segundo plano ya que muchas de ellas siguen consumiendo recursos aunque no estén en uso directo. En Android, desde el menú de ajustes es posible identificar qué procesos están activos y cerrar aquellos que no sean necesarios. En iOS, aunque el sistema gestiona mejor este aspecto, eliminar apps innecesarias o que no se utilizan con frecuencia también ayuda a liberar memoria.
Otro punto crítico son los archivos residuales. Con el tiempo, el sistema acumula caché, datos temporales y restos de desinstalaciones que pueden ocupar varios gigabytes. Utilizar herramientas de limpieza integradas, como el “Mantenimiento del dispositivo” en móviles Samsung o aplicaciones reputadas como SD Maid o Files by Google, permite eliminarlo sin comprometer la información personal.
También conviene revisar el almacenamiento interno. Cuando un móvil se acerca al límite de su capacidad, su rendimiento se resiente notablemente. Una buena práctica es trasladar fotos y vídeos a la nube o a una tarjeta microSD externa si el dispositivo lo permite. Además, desinstalar paquetes de instalación (APK), documentos descargados o versiones antiguas de archivos puede liberar espacio valioso.
Los widgets y fondos animados, aunque vistosos, consumen recursos. Reducir su número o apostar por un fondo estático puede mejorar ligeramente la respuesta general del sistema. En esa línea, limitar los efectos de transición y animaciones desde las opciones de accesibilidad puede ofrecer una sensación de mayor fluidez, especialmente en dispositivos con hardware más antiguo.
Actualizar el sistema operativo y las aplicaciones también es clave. Las nuevas versiones suelen incluir mejoras de rendimiento y correcciones de errores que afectan directamente a la velocidad del terminal. En cambio, retrasar estas actualizaciones puede provocar incompatibilidades y cuellos de botella innecesarios.
Para quienes buscan una solución más drástica, restablecer el móvil a su estado de fábrica puede ser una opción efectiva. Esta medida borra todo el contenido y devuelve el sistema a su configuración original, eliminando posibles errores acumulados con el tiempo. Es recomendable realizar una copia de seguridad antes de proceder.
Finalmente, si a pesar de todo el rendimiento sigue siendo insuficiente, podría ser el momento de evaluar la vida útil del dispositivo. La obsolescencia tecnológica no perdona y, en algunos casos, invertir en un modelo nuevo puede ser más sensato que seguir intentando optimizar un hardware que ya no da más de sí.
Con estas prácticas, es posible recuperar parte de la fluidez que un día ofrecía el móvil, sin necesidad de conocimientos técnicos ni de recurrir a soluciones invasivas. La clave está en mantener el dispositivo ordenado, actualizado y adaptado a las necesidades reales del usuario.